Hace doce años, mi aventura con el calzado descalzo comenzó por necesidad. Me encantaba correr, pero el dolor de rodilla empezaba alrededor de los 10 km, lo que dificultaba cada carrera. Decidida a encontrar una solución, empecé a investigar alternativas y descubrí las Vibram FiveFingers , unas zapatillas que prometían una forma más natural de moverse. Intrigada, compré unas y decidí probarlas.
Como muchos principiantes en el calzado descalzo, ignoré el consejo de transición paso a paso . En lugar de adaptarme gradualmente, salí a correr 5 km. ¿El resultado? Apenas pude caminar durante una semana. Tenía las pantorrillas doloridas como nunca antes. Pero a pesar del dolor, correr de esta manera me hacía sentir bien.
Tras dos semanas de recuperación, volví a calzarme los zapatos, esta vez para una carrera mucho más corta y consciente. Con cada paso, empecé a comprender la mecánica del movimiento natural, fortaleciendo músculos que el calzado tradicional había descuidado durante mucho tiempo. Con el tiempo, el calzado descalzo se convirtió en mi opción diaria, no solo para correr, sino para todos los aspectos de la vida.
